La revolución industrial de comienzos del siglo XIX tuvo como consecuencia la modernización de las antiguas ferrerías. En el País Vasco dicha reconversión tuvo lugar hacia mediados de dicho siglo con la instauración progresiva de hornos de carbón mineral en lugar de carbón vegetal, nuevos tratamientos del acero y la incorporación de trenes de laminación modernos. En Araya (Álava), fruto de este cambio tecnológico se funda en 1847 la fundición de San Pedro de Araya, sustituyendo a la antigua ferrería del lugar.
Después de una década con innovaciones muy discretas, León de Urigoitia, mayordomo de la antigua ferrería y gran conocedor de la producción de acero, logró dar impulso a la fundición, llegando a una producción acorde al nuevo modelo. Gracias a su iniciativa se instalaron dos trenes de laminación en 1858 y dos hornos de pudelar en 1859. Así, la compañía pasó a denominarse Urigoitia y Cía. desde 1864, aunque hacia 1870 León se hace con la mayoría de las acciones de la empresa. Estas fechas marcan el comienzo de una alta producción de acero, convirtiéndose en la primera fundición de Álava y una de las más importantes del País Vasco. Por parecidas fechas, el 6 de Marzo de 1862, el ferrocarril llega a Araya con la Compañia de los Caminos de Hierro del Norte de España, al abrirse la sección Miranda de Ebro-Olazagutía, siendo asimismo la primera fecha de establecimiento de un ferrocarril en el País Vasco.
Este hecho es de especial interés para la fundición de Araya, pudiendo dar salida a la producción de acero así como recibir mineral de hierro vizcaíno, principal mena utilizada en la fundición, que en esta época era mayoritariamente la denominada vena o hematites roja. Este marcado aumento del negocio del acero supuso que León de Urigoitia tuviera que comunicarse constantemente con empresas, bien de su sector, o bien del de las finanzas. Para ello, León también utilizó el ferrocarril, ya que la estafeta ambulante en el sector Miranda de Ebro-Olazagutía estuvo operativa desde 1862, y en toda la línea entre Madrid e Irún desde el 21 de Abril de 1864.
Es así como hoy día se encuentran cartas con el sello de la empresa dirigidas a Vitoria o Madrid, entre otros destinos, que eran principalmente circuladas desde la estación de Araya. Estudiando dichas cartas se puede observar la evolución de los matasellos utilizados en el ambulante del Norte y los distintos colores utilizados. En una primera etapa, el color negro era una constante en estas obliteraciones, pero a partir de 1865 empiezan a ser más corrientes las de color rojo, debido al establecimiento de este color en el ambulante del Norte a partir del 11 de Marzo de ese año.
Pero a partir de 1870, vuelven a ser importantes las de color negro, e incluso en algunas ocasiones durante 1872, se utiliza el color azul. Todas estas obliteraciones son los fechadores ambulantes del Norte catalogados en el libro de Nathan (1979). Aparte de los fechadores, se sabe que algunas estafetas ambulantes utilizaron rejillas y otro tipo de obliteraciones mudas en las década de los 70 y quizás del 80 del siglo XIX (ver la p. 37 de El baile de los matasellos, de Julio Peñas, donde figura una preciosa carta del ambulante del Norte con obliteración de rejilla específica). Todavía hoy se sabe poco acerca de estas obliteraciones mudas de los ambulantes.
La carta que os adjunto tiene ingredientes para pensar que el ambulante del Norte pudo utilizar en ese periodo políticamente convulso de nuestra historia otras obliteraciones, en este caso el rombo de puntos rojo, ya que León de Urigoitia utilizaba dicha estafeta ambulante casi exclusivamente (según se desprende de las cartas que conozco con el sello de su empresa). El hierro como materia prima del acero de León de Urigoitia, el camino de hierro del Norte como medio de comunicación y el rombo de puntos rojo con una tinta quizás hecha con hematites…bonita trilogía férrica, y si la encontramos en una bonita carta, mejor que mejor. Sigo buscando la carta perfecta…
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